01/04/2020 – La tormenta pasará

         Octava jornada de confinamiento. En el cielo, nubes algodonadas se entrelazan sin descanso, como una danza interminable esperando el momento oportuno de lanzar toda su posesión. Acabo de hacer mi habitual tabla de gimnasia y he decidido, a partir de hoy, comenzar la caminata del anciano, sin serlo. Es decir, caminar por el pasillo. No obstante, mi casa no tiene pasillo así que lo invento: muevo, con delicadeza, la mesita del salón y arrincono algunos muebles de la habitación de una de mis hijas, con lo que casi formo una linea recta. Cuento los pasos de la esquina del salón a la otra más lejana de la habitación y me salen veinte. Calculo el tiempo y tardo algo más de diez segundos. Si multiplico los pasos por el tiempo, deduzco que en una hora habré caminado unos cinco kilómetros. No es lo deseado pero es suficiente, por lo que comienzo la tarea.

         Dieciocho, diecinueve, veinte y vuelta…En la radio, alguien comenta que el dichoso coronavirus no entiende de clases sociales. Mentira y gorda. Imaginen una pareja habitando un piso de cuarenta metros cuadrados, que ahora hay muchos de esa extensión, sin posibilidad de salir a la calle. A la vez, otra pareja en un casoplón de trescientos metros cuadrados. Los primeros serán incapaces, por muchos muebles que muevan, de caminar diez pasos seguidos, mientras que la otra pareja podrá terminar agotada sin necesidad de hacer muchos giros. Estoy seguro de que a la pareja del piso minúsculo le gustaría caminar veinte, o cuarenta, o cien pasos seguidos y que, si oyeran, como yo, esa afirmación en la radio, se acordarían de la familia del locutor.

         Cambio la emisora porque estoy un poco cansado del mismo asunto, pero en todas hablan de lo mismo. Ahora dicen que esto nos ha pillado por sorpresa. Mentira cochina. La humanidad ha padecido catástrofes desde hace siglos, por lo que ha tenido tiempo de sobra para prepararse ante lo que pueda acontecer. Ha sufrido impactos de meteoritos, guerras mundiales, pestes, gripes mortíferas y epidemias de todo tipo. Pero siempre decimos lo mismo: La humanidad resistirá ante todo. Superaremos esto y todo volverá a ser como antes. Tenemos medios suficientes para combatir cualquier cosa o persona que se haya propuesto destruirnos. Los humanos siempre salimos reforzados de los desastres, ya sean producidos por la naturaleza o por el ser humano. Dieciocho, diecinueve, veinte y vuelta…

         Al final, acabo escuchando música en una aplicación del móvil, aunque el runruneo me sigue castigando la mollera. Termino la hora de mi maratón particular, coloco los muebles en su lugar y pienso que todo esto, tarde o temprano, pasará y, transcurrido un tiempo llegaremos a recordarlo como una tormenta pasajera. Pero más adelante, vaya usted a saber cuando, volverá a azotarnos otra catástrofe, en forma de virus extraño, de guerra mundial, de misil nuclear, de ataque extraterrestre o de señor bajito con bigote. Pero tengan la certeza de que volverá a ocurrir.