15/06/2021 La intención de Facebook

Facebook me recuerda, a través de una decena de fotografías, que hace dos años, por estas mismas fechas, pateaba sin descanso por las largas y anchas avenidas del bajo Manhattan, saludaba a la señora Libertad desde el ferry que me llevaba hasta la encantadora Staten Island, corría como un niño tras las cabriolas de unas ardillas en Central Park, degustaba un maravilloso perrito caliente en Times Square mientras hacía tiempo para asistir a un musical en el cercano Brodway, contemplaba las incomparables vistas nocturnas desde la terraza del Top of The Rock y visitaba entre silencios sepulcrales las fuentes donde años atrás hubo dos torres gemelas.

Lo veo al ojear el teléfono móvil durante mi paseo rutinario con una de mis hijas por Bilbao, en el que voy relatándole, tras su insistencia, remembranzas que tuvieron lugar entre sus calles y de las que, en su día, me sentí protagonista, como jugar en el patio de las escuelas de La Concha al lado de alguno de los que fueron grandes figuras del balompié en el Athletic o rememorar el cine Actualidades de la calle Buenos Aires, donde acostumbraba a asistir a la función doble. Le explico hasta qué altura llegó el agua en las tristes inundaciones de 1983 y cómo muchos ayudamos a que todo volviera a ser como hasta entonces, le muestro la preciosa Universidad de Deusto, entre cuyos gruesos pilares me formé en la disciplina que me pareció más sugerente, y le comento lo sombrío y desagradable que resultaba acercarse a la zona donde ahora se erige altanero el museo Guggenheim.

Como habrán comprobado, la intención de estas líneas es pensar un ratito en esos recuerdos que vamos almacenando a medida que vamos sumando castañas. Casi siempre son buenos, pues tenemos la capacidad de seleccionar aquellos que un día nos hicieron felices y que nos gustaría volver a vivir. Muchas veces no nos percatamos del valor de un hecho hasta que las imágenes de nuestra mente nos lo recuerdan e, incluso, nos permiten revivir una y otra vez los momentos más gozosos.

Volviendo a la mención de Facebook, no podemos olvidar que los recuerdos son la puerta que abre al pasado, pero la del futuro está en otro lugar, y me pregunto si la red social es capaz de discernir entre los buenos y malos recuerdos que atesora la persona que los recibe. Me refiero a que dentro de un mes, hace un año, asistí al funeral de una persona muy querida y, como ocurre en todos los actos, en este también nos fotografiamos, con los móviles, entre familiares que hacía tiempo no nos veíamos. ¿Será capaz de recordarme aquellos instantes? ¿Tendrá el morro de anunciármelo como si fueran momentos destacados y agradables de recordar?

No sé lo que pensarán ustedes pero yo lo tengo muy claro, si Facebook osa enviarme las fotos de las exequias, como si tuviera algo que celebrar, no dejaré pasar más de cinco minutos en anular mi cuenta. No permitiré que nada ni nadie me indique qué instantes de mi vida debo tamizar, y menos si carecen de alma y de juicio.

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